Desierto sonoro; una oda a las palabras

Versionando las conocidas palabras del poeta Bertolt Brecht que fueron hechas canción; hay libros que entretienen un rato y son buenos, hay otros que recordamos un tiempo y son mejores. Incluso hay algunos que afloran durante mucho tiempo y son más buenos, pero hay libros que persisten en nuestra memoria para siempre. Esos son los imprescindibles

Con la sensación de haber leído un libro que perdurará en mi memoria durante un tiempo considerable (para siempre es mucho tiempo y me resisto a pensar, para bien y para mal, que nada sea para siempre) finalizo Desierto Sonoro, de la escritora mexicana afincada en EEUU Valeria Luiselli. 

No es el tema; que también, pienso, los libros que perduran lo hacen por la forma en la que están escritos. La primera novela que leo de Luiselli (y a la que no conocía) nos relata en unas buenas casi 500 páginas, varias historias paralelas que se entrelazan alrededor del viaje por carretera de un matrimonio (¿en crisis?) y sus dos hijos (él estadounidense, ella mexicana, los niños no son hijos de ambos sino de anteriores matrimonios de cada uno) que cruzan en coche EEUU para separarse por motivos laborales. 



Amb@s se dedican a la documentación, que tal como explica la mujer al niño, consiste en “encontrar tu propia forma de entender el espacio, para que el resto de nosotros nos sintamos menos perdidos en el tiempo” y se conocieron en un curioso proyecto de documentación sonora. Él sigue el rastro de los últimos apaches en rendirse a la colonización, ella quiere documentar el drama de l@s niñ@s migrantes que viajan solos cruzando desde México a EEUU en busca de sus familiares, tema que parece que ya trató la escritora en su novela anterior, tal como leo en esta entrevista

La novela nos cuenta con cambios de perspectiva la tragedia de miles de millones de menores que se arriesgan a cruzar una de las fronteras más terribles del mundo por la ilusión de una vida mejor. Busco información al respecto, muchísimos artículos que relatan la tristeza del viaje, las condiciones y la dura realidad con la que se encuentran los que consiguen llegar a destino. Símiles con otras fronteras más cercanas. Como se relata en el libro “la mayoría de las vidas son borradas, se pierden en el torbellino de basura que llamamos historia”. 

Pero no pretendo adentrarme en la descripción de las condiciones de los menores migrantes, ni en las causas o consecuencias de esta migración forzada. 

¿Qué pretendo con este post? Una oda a las palabras que conmueven. Una oda a las historias que con “un pulso especifico, una mirada, un ritmo, la manera correcta de contar una historia, a sabiendas de que las historias no arreglan nada ni salvan a nadie [aquí difiero y pienso que las historias si pueden ser tablas salvavidas], pero quizás hacen del mundo un lugar más complejo y a la vez más tolerable. Y a veces, solo a veces, más hermoso. Las historias son un modo de sustraer el futuro del pasado, la única forma de encontrar la claridad en retrospectiva”.

Durante días leo completamente abstraída, completamente enganchada por la historia. Con una narrativa conmovedora, viva, vibrante, el libro hace que cada tanto “experimente uno de esos éxtasis repentinos, sutiles y tal vez microquímicos – pequeñas luces centelleando en lo más hondo del tejido cerebral – que ocurren cuando encontramos finalmente las palabras para expresar un sentimiento muy simple que, sin embargo, había permanecido innombrable hasta ese momento”.

Extrapolando las palabras, otro retazo del libro me recuerda la situación actual, en la que el tiempo parece haberse detenido en un loop interminable; “experimentamos el tiempo de manera distinta. Nadie ha logrado realmente captar lo que sucede ni por qué. Tal vez es solo que sentimos la ausencia de futuro, porque el presente se ha vuelto demasiado abrumador y por lo tanto se nos ha hecho imposible imaginar un futuro. Y sin futuro, el tiempo se percibe más como una acumulación. Una acumulación de meses, días, desastres naturales, series de televisión, atentados terroristas, divorcios, migraciones masivas, cumpleaños, fotografías, amaneceres. No hemos entendido la forma exacta en la que ahora se experimenta el tiempo”

Termino la lectura y, por instantes, el tiempo permanece inmóvil. 

Comentarios

  1. Parece interesante el libro, o al menos tu haces que lo parezca.

    ResponderEliminar
  2. Muy interesante tu post y el libro del que hablas.
    En cuanto a la reflexión sobre sobre la experiencia del tiempo como una acumulación/repetición, te recomiendo el vídeo de Mark Fisher que enlazo abajo. Si no recuerdo mal, está muy centrado en la producción cultural, pero también trata este tema.
    El título lo dice todo "The Slow Cancellation Of The Future"
    https://www.youtube.com/watch?v=aCgkLICTskQ
    Salut!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Patrizio! El tiempo y las diferentes representaciones/percecpción del mismo es un tema que me interesa! (cuando tenga un ratito miro el video)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Hacia prácticas educativas abiertas. Reflexiones alrededor de la Open Education.

Procesos, contextos y balances

El informe Twitter (@libertadger)